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Suelos

Un equipo de investigación de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ–CSIC, Granada) ha identificado un gen de un hongo del suelo asociado a las raíces y que mejora el crecimiento de las plantas, tanto en entornos contaminados con cobre como en deficientes en este nutriente, según ha informado la Fundación Descubre. Estos microorganismos poseen la capacidad de ‘filtrar’ este metal pesado, esencial para la fotosíntesis vegetal, para aportárselo a la planta cuando hay escasez. Asimismo, «puede ‘ajustar la dosis’ para no perjudicarlas cuando hay exceso del mismo en el terreno».

Las investigadoras se han centrado en uno de los hongos del suelo que regulan la disponibilidad de cobre para la planta, el hongo micorrícico arbuscular Rhizophagus irregularis, cuyo genoma no está totalmente estudiado en la actualidad. Por tanto, se desconoce cómo este ejerce algunas de sus funciones biológicas. El trabajo realizado identifica y arroja luz sobre cómo opera uno de estos genes. Así, con esta información, «podría desarrollarse un marcador molecular que permita identificar hongos micorrícicos, es decir, que estén asociados con la planta en una relación simbiótica de beneficio mutuo, más eficientes para regular el cobre que adquieren los vegetales». Además, podrían emplearse como biofertilizantes y bioprotectores que mejoren las estrategias de cultivo.

Por un lado, este tipo de hongos micorrizos, obtienen de la planta compuestos carbonados que necesitan para desarrollarse, como son los carbohidratos y lípidos y, por otro lado, el hongo ayuda a las plantas a obtener los nutrientes minerales del suelo. Esta asociación también aporta protección frente a agentes patógenos y ayuda a las plantas a enfrentarse a condiciones adversas, como la sequía. «Al principio el organismo vegetal identifica el hongo como algo malo, pero a medida que pasa el tiempo, lo reconoce como un ‘aliado’. Nuestro objetivo es encontrar una forma de ‘vacunar’ a las plantas con biofertilizantes enriquecidos con estos microorganismos, de forma que respondan mejor a condiciones adversas y obtengan una mayor tolerancia en los terrenos contaminados con metales pesados como el cobre», ha explicado la investigadora de la EEZ–CSIC, Nuria Ferrol.

Como primer paso, las expertas del grupo Micorrizas de la EEZ–CSIC se centran en analizar el mecanismo biológico por el que el hongo micorrícico Rhizophagus irregularis regula el aporte de cobre a las plantas. Las científicas explican que estos microorganismos colonizan la raíz y desarrollan un extenso micelio, filamentos ramificados que se extienden por el suelo y mediante los que absorben los nutrientes minerales. Este actúa a modo de red y llega a lugares más profundos a los que la raíz vegetal no alcanza y, de este modo, consigue agua y nutrientes que la planta no podría alcanzar por sí sola. Además, en suelos contaminados este micelio puede inmovilizar los minerales, disminuyendo su disponibilidad para la planta.

 

Proteína ‘mensajera’ que transporta cobre fuera del hongo

En el estudio ‘The arbuscular mycorrhizal fungus Rhizophagus irregularis uses the copper exporting ATPase RiCRD1 as a major strategy for copper detoxification’ publicado en Environmental Pollution, las expertas identifican el gen RiCRD1, que codifica una proteína que transporta cobre fuera del hongo. Esta proteína, ubicada en la membrana de este microorganismo, es como un ‘mensajero’ que absorbe el mineral y lo lleva a la raíz vegetal cuando hay escasez y lo expulsa de su organismo cuando hay exceso. «Hemos observado que uno de los mecanismos biológicos que utiliza este microorganismo para regular la ingesta de cobre y autopreservarse cuando hay demasiado es acumularlo en lo que denominamos ‘esporas suicidas’, que son azules debido a que están cargadas de este mineral», ha comentado la investigadora del EEZ–CSIC, Tamara Gómez.

Para identificar este gen, así como el mecanismo biológico que permite a este microorganismo gestionar el cobre, las investigadoras lo aislaron mediante técnicas de PCR a partir del ADN extraído del hongo. Al respecto han explicado que, como miembros del Consorcio Internacional de Secuenciación del Transcriptomma de Hongo, tuvieron acceso a su genoma y pudieron identificar mediante estudios bioinformáticos el gen RiCRD1 como candidato de producir la proteína ‘mensajera’ encargada de ‘filtrar’ y proporcionar el cobre a la planta, dependiendo de su disponibilidad.

A continuación, aplicaron técnicas bioquímicas y de biología celular para comprobar cómo funcionaba este gen. Debido a que aún no se dispone de metodologías eficientes que permitan modificar genéticamente los hongos micorrícicos, el estudio del gen se llevó a cabo en levadura, un organismo modelo que se emplea habitualmente en investigación por su capacidad para reproducirse con rapidez y cuyo genoma se ha estudiado ampliamente por la comunidad científica. Las investigadoras afirman que estos experimentos «les han aportado información relevante sobre la doble función de la proteína que regula los niveles el cobre.

Cuando hay demasiado cobre, el hongo lo acumula en ‘esporas suicidas’, que son azules debido a que están cargadas de este mineral».

Ferrol ha apuntado que «pudimos observar que el gen codifica una proteína que saca cobre del hongo y que se expresa en unas estructuras que este microorganismo forma dentro de la raíz, llamadas arbúsculos. En ellas es donde se da el intercambio de los nutrientes con la planta. Además, observamos que en suelos contaminados con cobre la expresión del gen aumentaba mucho en el micelio que crece fuera de la raíz».

El próximo paso de las investigadoras será analizar otros mecanismos biológicos que regulen el transporte de cobre para poder desarrollar inoculantes compuestos por hongos micorrícicos que puedan formar una relación simbiótica beneficiosa con la planta, que permitan optimizar la absorción de cobre por los cultivos y reducir los problemas asociados con la contaminación por este metal, dependiendo de cada situación específica.

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Investigadores adscritos al Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3) del grupo ‘Edafología| AGR-165’ de la Universidad de Córdoba (UCO) tratan de identificar potenciales indicadores del suelo claves para encontrar notas diferenciadoras en Denominaciones de Origen Protegidas (D.O.P.) en el marco del proyecto G.O. PagosZonificación del territorio y digitalización de la gestión del sector del vino tradicional andaluz’.

El investigador Antonio Sánchez, ha explicado que el objetivo es la «zonificación de las principales áreas de interés de las D.O.P. Montilla-Moriles, Málaga y Sierras de Málaga y Condado de Huelva y Vino Naranja del Condado de Huelva». Asimismo, en este proyecto «estamos descifrando cuáles son las propiedades del suelo o los indicadores edafológicos que van a darle las notas diferenciadoras a cada una de las áreas de producción». 

Cabe señalar que los investigadores efectuaron una primera visita para hablar con agricultores, bodegas y D.O.P. implicadas para «definir esas zonas de interés que serían evaluadas posteriormente», para de esta forma «trasladarnos a los lugares definidos para, con la información previamente recopilada, geológica y edafológica, proceder a evaluar perfiles de suelo característicos de estas zonas de interés».

Así, «realizamos una evaluación ‘in situ’ y una recogida de muestras para posteriormente ser analizadas en el laboratorio». Además de la evaluación de perfiles de suelo, «llevamos a cabo sondeos para completar nuestro trabajo y realizar la posterior zonificación edafológica».

La fase de análisis de laboratorio está finalizando y «complementará la primera parte y nos será útil para completar la zonificación edafológica de cada una de las D.O.P.», con los que «nos basaremos en la geología y edafología, así como en la información recopilada». En cada uno de estos lugares «se definieron zonas que podríamos señalar como de ‘características particulares’ que albergan mayor interés para ser protegidas a lo largo del tiempo y las hace singulares».

 

Análisis en laboratorio

En laboratorio, los investigadores han abordado el estudio de la textura del suelo, entre otros análisis. Para ello, Jesús Palma, investigador ceiA3 contratado con el proyecto G.O. Pagos, ha apuntado que «utilizamos el método de la Pipeta de Robinson, que se basa en la velocidad de sedimentación de las partículas siguiendo la Ley de Stokes». La finalidad es «conocer la fracción de partículas del suelo de tamaño arcilla (menor tamaño), limo y arena (mayor tamaño)».

En otro análisis, se ha empleado un equipo de absorción atómica para «medir las bases de cambio del suelo, es decir, calcio y magnesio», y para ello «se hace una extracción con acetato amónico, se realiza el extracto y mediante el capilar del equipo se van midiendo los cationes».

En este proyecto, además se monitorizan las parcelas de viña y como ha recordado el investigador del ceiA3 Javier Mesas, «todos los sistemas hoy día se están apoyando en primer lugar en una geolocalización de los fenómenos geográficos que se quieren analizar». Para agragar que «hemos hecho una utilidad donde se tenga en primer lugar una colección de todas las parcelas o recintos de una localidad e ir filtrando en función de la codificación que nos pasan las D.O.P. para tener su geometría y cargar en el sistema que estamos desarrollando».

El G.O. Pagos realiza una identificación y caracterización de los pagos y zonas de especial interés de las tres D.O.P. andaluzas basándose en datos objetivos que permitan realizar un tratamiento diferencial de la uva de los viñedos para poner en valor las producciones.

El proyecto está financiado con Fondos Europeos Agrícolas de Desarrollo Rural (FEADER) y de la Junta de Andalucía en la convocatoria para el Funcionamiento de Grupos Operativos Regionales de la Asociación Europea de Innovación en Materia de Productividad y Sostenibilidad Agrícola (EIP AGRI) de 2020.
www.ceia3.es

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La finca ‘La Plana del Vico’ en Arnedo (La Rioja) ha acogido la primera jornada del convenio firmado entre el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y la Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEACSV), que ha mostrado cómo la formación es clave para implantar los Ecorregímenes de la Política Agraria Común (PAC).

El éxito de la jornada, desarrollada bajo el título ‘La Agricultura de Conservación en la nueva PAC: Una gran oportunidad para los agricultores y el medio ambiente’, ha sido claro, no solo por los casi 100 viticultores que han acudido a la cita, sino porque se ha conseguido el objetivo principal de demostrar en campo, con estaciones temáticas específicas, cómo aplicar este tipo de técnicas y los beneficios económicos y medioambientales que tienen para el agricultor.

Así, tanto los responsables del MAPA como de la AEACSV, dejaron claro en la inauguración que este tipo de eventos tiene un doble beneficio: como formación básica para poder aplicar las técnicas de Agricultura de Conservación en el marco de los Ecorregímenes de la Nueva PAC, ya sea siembra directa o cubiertas vegetales, y como escaparate donde el viticultor puede comprobar, en una finca que ya trabaja en esta línea, que son técnicas sostenibles y rentables.

 

Estaciones temáticas sobre suelo y maquinaria

La jornada se ha desarrollado en base a cuatro estaciones temáticas, a través de las cuales han ido rotando los asistentes en grupos que iban cambiando de estación cada 30 minutos. La Estación 1 ha estado dedicada a los ‘Beneficios medioambientales: secuestro de carbono en cubiertas vegetales en viña’ y ha sido impartida por Fernando Peregrina, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentación y Biosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid.

Peregrina ha mostrado sobre el terreno los tres beneficios clave que aportan las cubiertas vegetales al viñedo: la retención de agua sobre el terreno, evitando la erosión; la mejora de la estructura del suelo, que no crea una ‘costra’ en su superficie y aumenta enormemente la materia orgánica del mismo; así como la captación de CO2 de la atmósfera, que puede llegar a 1 tonelada por hectárea de viñedo, vital para la lucha contra el cambio climático. Así, si en las aproximadamente 47.000 hectáreas de viñedo de La Rioja se implantaran las cubiertas vegetales, «el beneficio sería enorme, más aún si hablamos de toda España».

La Estación Temática 2 ha versado sobre ‘Maquinaria específica para el control mecánico de la cubierta en viña’, y ha sido impartida por Francisco Javier García Ramos, profesor de la Escuela Politécnica Superior de Huesca de la Universidad de Zaragoza, y en ella se han explicado las maquinarias necesarias para trabajar las calles del cultivo (trituradoras, desbrozadoras, segadoras, barredoras o rulos) y para trabajar también la línea del cultivo, entre cada cepa.

Para García Ramos, a los viticultores que apuestan por las cubiertas vegetales les sale a cuenta, ya que ahorran en fitosanitarios al hacer un manejo mecánico del cultivo; ahorran fertilizantes al tener un suelo rico en nutrientes; cumplen además con los requisitos medioambientales cada vez más exigentes, y también pueden recibir la parte de la ayuda de la PAC destinada a aplicar uno de los Ecorregímenes reconocidos.

 

Experiencia positiva del agricultor

Un punto clave de la Jornada es conocer la experiencia del agricultor que ya aplica estas técnicas. Así, en la Estación 3 y bajo el título ‘Caso de éxito de cubierta vegetal en viña: experiencias de agricultores’, Francisco Javier Alfonso Rodríguez, viticultor gestor de la finca ‘La Plana de Vico’, contó su experiencia y los resultados que ve en su día a día.

Tras siete años con cubiertas vegetales en sus 2 hectáreas de viñedo destaca la retención de agua en el terreno sin erosión (hace poco cayeron 100 litros de agua y al día siguiente se podía entrar en la finca con el tractor sin problema); la cantidad de materia orgánica del suelo que hace que ya prácticamente no abone; el ahorro de costes al usar sus propios equipos que ya tenía y no usar fitosanitarios al ser una viña ecológica; y el buen aspecto de sus viñedos con una cubierta vegetal permanente. Este agricultor destacó que el principal problema que ha tenido es el desconocimiento de las técnicas, que le ha llevado a cometer pequeños errores, por lo que la formación sencilla y en campo es algo muy positivo y por lo que ha cedido su finca para estas jornadas. Por lo demás todo han sido beneficios, sin problemas de calidad ni de producción en sus viñas, con un manejo más sencillo y sostenible, y además adaptado a la línea que exigen desde Europa y que ya no va a tener vuelta atrás.

Por su parte, la Estación Temática 4 ha estado dedicada a las ‘Soluciones desde el sector privado para favorecer el desarrollo de los Ecorregímenes de cubiertas’, donde Luis Miranda, responsable de sostenibilidad de Syngenta Iberia, ha destacado el esfuerzo de la compañía para desarrollar productos fitosanitarios de última generación adaptados a las nuevas exigencias de sostenibilidad; el desarrollo de una mezcla específica para sembrar cubiertas vegetales en distintas zonas; o el desarrollo de tecnologías que facilitan los análisis de suelos, presión de plagas etc. El cuidado del suelo ya sea a través de la implantación de cubiertas vegetales o de la siembra directa, son parte de la búsqueda de una Agricultura Regenerativa que «responda a los importantes retos medioambientales y de sostenibilidad del sector».

Finalmente, cabe que recordar que el convenio ‘La Agricultura de Conservación en la nueva PAC: Una gran oportunidad para los agricultores y el medio ambiente’ incluye la realización de 4 webinars, 10 cursos presenciales, un curso online y 6 jornadas de campo entre finales de 2023 y hasta 2025, además de un repositorio en el que estará accesible documentos de todo tipo sobre este tipo de agricultura.
www.portalformativoac.es

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Un equipo de investigación de la Estación Experimental del Zaidín en Granada (EEZ–CSIC) y el Instituto de Agricultura Sostenible en Córdoba (IAS–CSIC) ha demostrado los beneficios de los biofertilizantes en 1.200 especies bacterianas y 250 hongos del suelo olivarero. En concreto, los expertos aplicaron técnicas de secuenciación masiva del ADN para poner «nombre y apellidos» a estas especies. Así, comprobaron que «la relación beneficiosa entre plantas, bacterias y hongos mejora tras la aplicación de estiércol de oveja en el terreno».

En el trabajo ‘Thriving beneath olive trees: The influence of organic farming on microbial communities’ publicado en Computational and Structural Biotechnology Journal, los científicos estudiaron dos fincas de olivos adyacentes, una de laboreo tradicional y otra de orgánico, para comprobar qué microorganismos aparecían en cada una de ellas. «Nuestra investigación es una de las primeras que aborda cómo las enmiendas orgánicas benefician las relaciones biológicas entre los microorganismos del suelo y los olivos con los que conviven. Serviría como base para futuros proyectos que analicen los beneficios del cultivo ecológico», ha explicado a la Fundación Descubre el investigador de la EEZ–CSIC, Manuel Fernández.

Al respecto, concluyeron que las especies presentes en ambas fincas eran las mismas. No obstante, «en las raíces que habían estado en contacto con biofertilizante en la finca ecológica encontraron una mayor cantidad de hongos beneficiosos y comprobaron que se establecía una mejor relación entre éstos y las bacterias». «Esto beneficia a las plantas, ya que estos microorganismos las protegen de agentes patógenos y le aportan nutrientes que favorecen cuestiones como su crecimiento o la producción del fruto, entre otras», indicó Fernández.

 

Identificación ‘con nombres y apellidos’

Para determinar qué microorganismos se congregaban en la zona más próxima a las raíces, se seleccionaron 12 ejemplares de olivos jóvenes en cada finca. Después, se extrajeron muestras del suelo y de las raíces y se sometieron a técnicas químicas para extraer y secuenciar el ADN de toda la comunidad microbiana de bacterias y hongos que se encontraban en ellos. Así, los expertos pudieron identificarlos y separarlos en dos grupos: los procedentes de los olivos con fertilizantes tradicionales y las del manejo orgánico.

El siguiente paso de los científicos fue asignar taxonómicamente –clasificar y organizar los organismos en grupos o categorías basadas en sus similitudes y diferencias– 1.200 especies de bacterias y 250 de hongos para identificarlos ‘con nombre y apellidos’. Después, introdujeron este ‘DNI genético’ en un programa informático que, mediante análisis matemáticos complejos, determinó tres cuestiones. La primera es que las variedades y cantidad de bacterias de ambas fincas eran prácticamente iguales. La segunda es que los hongos beneficiosos procedentes de los ejemplares de laboreo orgánico eran más numerosos. Por último, comprobaron que ambos tipos de microorganismos se relacionaban mejor entre ellos en las fincas con manejo orgánico. «Esto beneficia enormemente a los árboles porque las bacterias y hongos generan más nutrientes, mejoran su capacidad para absorber agua y los protegen ante agentes patógenos y otros estreses», apuntó Manuel Fernández.

Ahora, los investigadores del grupo Microbiología de ecosistemas agroforestales deberán comprobar si los olivos ecológicos «reclutan» estos microorganismos beneficiosos cuando se siembran o al desarrollarse. «Queremos profundizar en la relación entre el árbol, las bacterias y hongos para comprobar si la planta va adquiriendo poco a poco las especies de microorganismos que necesita desde el suelo o las ‘hereda’. De este modo, podríamos analizar los beneficios del cultivo ecológico a largo plazo», ha apuntado, Manuel Fernández.

Este proyecto ha sido financiado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital y co–financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.

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El Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (INTIA) colabora en el proyecto LIVIÑG SOIL que busca integrar soluciones de manejo del suelo del viñedo que permitan aumentar de manera notable la sostenibilidad del cultivo de la vid en Navarra a través del incremento de la biodiversidad, y la reducción del uso de herbicidas y de la erosión.

El proyecto, que comenzó en enero de 2022, tiene una duración de 24 meses (concluirá el próximo diciembre), por lo que incluye dos campañas vitícolas completas. Estas dos temporadas «permitirán implementar el cambio de gestión del suelo del viñedo para mejorar su impacto sobre la biodiversidad y valorar la reducción en el uso de fitosanitarios, además de elaborar unas fichas de valoración completas sobre las implicaciones de las actuaciones realizadas, lo que permitirá una mejor implementación y transferencia».

INTIA se encarga de proporcionar la asistencia técnica en este proyecto, disponiendo de personal propio especializado en viticultura, habiendo realizado un trabajo destacado en los últimos años en la gestión sostenible de los suelos de viñedos a través del empleo de cubiertas vegetales. Es en este ámbito donde se enmarca la asistencia técnica dentro del proyecto. 

Además, está previsto que a finales de año se realice una jornada de divulgación para la presentación de los resultados obtenidos, que contará con la ayuda del instituto navarro. 

Bodegas Ochoa es la entidad coordinadora de este proyecto que cuenta con otras entidades socias: Bodega OtazuQuaderna Via, Bodegas Máximo Abete y la Universidad Pública de Navarra, esta última como organismo de investigación.

El proyecto LIVIÑG SOIL está financiado por el Gobierno de Navarra y el FEADER, ‘Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural: Europa invierte en zonas rurales’, en el marco de las Ayudas a la submedida 16.2 de apoyo para los proyectos piloto y para el desarrollo de nuevos productos, prácticas, procesos y tecnologías, del PDR de Navarra 2014–2020, convocatoria 2021. 

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Tras haberse pospuesto por la pandemia, ha regresado con fuerza la 5ª edición de la jornada técnica ‘Cómo cuidar los viñedos para que vuelvan a vivir 100 años’, que organizada por Julián Palacios Viticultura Viva se ha celebrado el 15 de marzo en el Centro temático del vino Villa–Lucía en el municipio alavés de Laguardia. Unos 230 profesionales del sector vitivinícola procedentes de distintos puntos del país han asistido al evento, que se ha centrado, en la primera parte, en el manejo de suelos y, en la segunda, en la gestión de plagas en el viñedo.

El alma mater de la jornada, Julián Palacios, ha manifestado a Enoviticultura que «después de mucho trabajo y recopilar un plantel de ponentes de primera línea, estamos muy satisfechos porque la respuesta a la jornada ha sido muy buena. Eso quiere decir que el tema importa». Para añadir al respecto que «no hay recetas para el manejo de suelos, ni para la gestión de plagas, pero lo que sí que hay son aspectos para reflexionar y aplicar el sentido común. Y eso se ha puesto encima de la mesa, y los ponentes nos han dado claves para pensar en eso».

Por su parte, Gonzaga Santesteban, profesor e investigador de Viticultura de la Universidad pública de Navarra, que también ha jugado un papel fundamental en la organización de la misma, ha señalado que «lo que es muy bueno del enfoque que se le da a esta jornada es que cada ponente aporta claves sobre el tema que trata. Y esto invita a que la gente asista al evento porque sabe que todos los ponentes les van a hacer reflexionar y a aportar algo. Eso es difícil de conseguir y no es fruto de la casualidad, sino del trabajo previo realizado».

En la primera parte de la jornada, la que ha tratado el manejo del suelo, han hablado Andreu Vila, técnico de campo de Arreu SCCL, sobre ‘Fertilidad de la tierra y gestión de la materia orgánica en el viñedo’; Manel Badia, propietario–director técnico de Manel Badía Keyline farm design, de ‘Diseño keyline; mejora del suelo y cosecha de agua’, y Ana Sagüés, jefa de la sección de Viticultura y Enología (EVENA) del Gobierno de Navarra, del ‘Manejo de suelo bajo cepas: alternativas a los herbicidas’. Este primer apartado ha concluido con una mesa redonda sobre ‘Manejo práctico de suelo de viñedo’, moderada por Bárbara Sebastián, de Julián Palacios Viticultura Viva, con Roberto Oliván, de Bodegas Tentenublo wines; Alfred Ferris, profesional y formador en trabajos agrícolas y forestales utilizando tracción animal, y Teresa Martínez, directora de Viticultura en la bodega Gramona.

Tras una pausa, la jornada se ha reanudado para abordar la gestión de plagas. Ha abierto este bloque Raquel Campos–Herrera, científica titular del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino–CSIC, que ha expuesto sobre el ‘Manejo del viñedo y su impacto en el control biológico por conservación’. Seguidamente, Alfonso Lucas, ingeniero técnico agrícola y asesor, ha hablado de ‘Nuevas plagas de la vid en un escenario de cambio climático’; L. Rubén Román, director técnico de Insectaria, de ‘Control biológico de plagas por conservación en viñedo’, y Joan Reyes, responsable de Estaciones de Avisos del Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat de Catalunya, de ‘Estrategias para el seguimiento y control de enfermedades’.

A continuación, y antes de la clausura, se ha realizado una mesa redonda sobre Agroecología en la comercialización de uvas y vino titulada ‘Con una botella –y el viñedo– bajo el brazo’, moderada por Julián Palacios. Ha participado en la misma Roberto Oliván, Tao Platón, director técnico de Península Vinicultores, y Raúl Ripa, director técnico de Bodegas Quaderna Vía.

En el próximo número de la revista Enoviticultura ofreceremos más información en un amplio reportaje de la jornada.

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El próximo miércoles 15 de marzo se va a celebrar la V Jornada Técnica de Viticultura 'Cómo cuidar los viñedos para que vuelvan a vivir 100 años' titulada en esta edición ‘Manejo de suelos y gestión de plagas' y que cuenta con un interesante programa. En el bloque en el que se abordará el manejo, se contará con la presencia de Andreu Vila, Manel Badía, Ana Sagüés, Roberto Oliván, Alfred Ferris y Teresa Martínez. Y en el de gestión de plagas, participarán Raquel Campos, Alfonso Lucas, L. Rubén Román y Joan Reyes. Cerrará el evento un foro de debate moderado por Gonzaga Santesteban.

Se trata de la V edición de la jornada que organiza Julián Palacios, de Viticultura Viva, que apuesta por la práctica de una viticultura serena, sensata y razonada. El objetivo de la misma es compartir conocimiento y provocar la reflexión de los asistentes al respecto del manejo que se realiza en los viñedos. Una jornada que vuelve tras ser aplazada en 2020 por la pandemia.

Al igual que en ediciones anteriores tendrá lugar en el Centro temático del vino Villa–Lucía en Laguardia (Álava).

La inscripción a la misma puede hacerse a través del enlace: https://forms.gle/L5wmbnqCULAAcnGd6, siendo el coste de inscripción de 85€ (IVA incluido) y para los estudiantes de 50€ (IVA incluido).

www.julianpalacios.es

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El Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) de la Generalitat de Catalunya ha lanzado AgriRegenCat y AgriCarboniCat, dos proyectos complementarios con una línea de investigación común: identificar las mejores prácticas agrícolas para incrementar los servicios ecosistémicos del suelo en distintos cultivos y condiciones climáticas y agrícolas. «Con proyectos como estos, ponemos el foco en el suelo, uno de los grandes olvidados hasta ahora», ha apuntado el director general del IRTAJosep Usall, mientras que Georgina Alins, investigadora del mismo instituto y coordinadora de AgriRegenCat, ha señalado que «apenas se ha cuantificado su impacto en los agroecosistemas».

El alcance de los dos estudios «es muy transversal», con una red de fincas en todo el territorio catalán, representativas de los principales cultivos, como manzano, viña, trigo, arroz, huerta y pastos. En cada cultivo se aplicarán diferentes técnicas y se evaluará su viabilidad ambiental, agronómica y económica. Tanto en parcelas del IRTA como en explotaciones comerciales, «muchas de las pruebas darán continuidad a proyectos de investigación precedentes». AgriCarboniCat,  proyecto que coordina Maite Martínez-Eixarch, monitorizará los efectos sobre el secuestro de carbono, mientras que AgriRegenCat se centrará en aspectos como la fertilidad y la biodiversidad del suelo y su capacidad para resistir eventos climáticos extremos. Las cubiertas vegetales se analizarán en varios cultivos, comparándolas con prácticas estándares. 

En el caso del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), que participa en ambos proyectos, y que aportará su experiencia a través de la finca Planeses en Girona, donde investigadores del centro implementan diversas prácticas de agricultura y ganadería regenerativa desde hace seis años. Javier Retana, investigador del CREAF y uno de los participantes del proyecto, ha comentado que «esta colaboración entre el IRTA y el CREAF es una oportunidad de consolidar diversas técnicas de agricultura regenerativa en el territorio catalán». Este conjunto de métodos, a menudo ausentes en la agricultura intensiva, se convierten en clave para proteger los suelos. 

El exceso en el uso de fitosanitarios o de laboreo compromete su biodiversidad (subterránea y en superficie) y, por tanto, la fertilidad natural. Sin embargo, «los beneficios de la agricultura regenerativa van más allá de la productividad de la tierra. Un suelo con buena estructura resiste más la erosión y contribuye a retener más agua, dos servicios esenciales para los ecosistemas». Por el contrario, la falta de materia orgánica le hace más vulnerable, «en la cuenca mediterránea, las lluvias torrenciales erosionan los suelos más desnudos. Se pierden toneladas por hectárea y año. Si desaparece, nuestros nietos no volverán a recuperarlo, no es renovable a escala humana», ha advertido Alins.

 

Aumentar el carbono en el suelo

El carbono es un elemento central en la ecuación de la sostenibilidad de la agricultura. Absorbido de la atmósfera en la fotosíntesis, el carbono entra en el suelo cuando las plantas mueren y es liberado por los organismos descomponedores. El manejo agrícola puede intervenir en ese ciclo. Es el caso de prácticas estudiadas en AgriCarboniCat. «Queremos aumentar la cantidad de carbono en el suelo, que sea difícil de descomponerse y quede bajo tierra, y que esto se produzca tanto por su naturaleza química como por la diversidad de microorganismos. En relación con los microorganismos, cuanto más tengan que competir entre ellos, más lenta será la degradación de la materia orgánica», ha indicado Martínez-Eixarch. 

Este proyecto del IRTA también quiere generar un nuevo conocimiento sobre los procesos de interacción entre cultivos, microbioma y suelo. Por eso, se hará una campaña de muestreos y análisis cualitativos. «Queremos saber qué organismos están involucrados en la dinámica de carbono en las diferentes condiciones agrícolas en Catalunya», ha explicado la investigadora.

Los cambios en los niveles de carbono son procesos muy lentos. Para captarlos mejor, AgriCarboniCat utilizará los datos recopilados sobre el terreno a fin de crear indicadores y testar modelos predictivos. Partiendo de los históricos disponibles, y en base a variables físicas (como el fraccionamiento de los agregados del suelo) o biológicas (diversidad microbiana y fúngica), podría medirse la evolución del carbono. Además, el proyecto propone integrarlo en el cálculo de la huella de carbono y el análisis de ciclo de vida de productos alimenticios. No es una ponderación inútil: pese a su duración, la retención y estabilización de carbono bajo los campos de cultivo es capital para descargar la atmósfera. De hecho, se estima que el secuestro neto de carbono en suelo agrícola podría compensar el 4% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. «No sólo se trata de preparar la agricultura para adaptarse al cambio climático o reducir sus efectos, sino directamente de combatirlo», ha dicho Martínez-Eixarch.

 

Finalización en 2025

AgriCarboniCat y AgroRegenCat concluirán en el año 2025, después de una fase de transferencia de las buenas prácticas agrícolas, con jornadas sectoriales o actividades de sensibilización ciudadana. Ambos son proyectos coordinados por el IRTA, con la participación del CREAF y financiados por el Fondo Climático de Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural. La Universidad de Lleida (UdL) participa en la investigación en AgriCarboniCat. Los proyectos disponen, para su ejecución, entre 2022 y 2025, de un presupuesto de 2,6 millones de euros. 2 millones para el de agricultura regenerativa (AgriRegenCat) y 600.000 euros por el centrado en la agricultura del carbono (AgriCarboniCat). Todos los aporta íntegramente el Departamento de Acción Climática de la Generalitat, a través del Fondo Climático, que se nutre con el 50% de los ingresos obtenidos con el impuesto sobre las emisiones de CO2 de los vehículos de tracción mecánica y el 20% de la recaudación del impuesto sobre las instalaciones que inciden en el medio ambiente.

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La alianza alcanzada entre MAAVi Innovation Center de Kimitec, hub de innovación biotecnológica de Europa con 15 años de experiencia en la investigación de fuentes naturales aplicadas a la agricultura y la industria alimentaria, y Biome Makers, empresa norteamericana de Agtech centrada en el estudio de la biología del suelo y la microbiología, permitirá a Kimitec profundizar en su entendimiento sobre la composición y el comportamiento de la microbiota del suelo y desarrollar una nueva generación de probióticos adaptados a las necesidades específicas de cada cultivo y zona geográfica. Al respecto, Félix García, CEO de Kimitec, ha manifestado que «todos los suelos agrícolas a nivel mundial están en un desequilibrio microbiológico, lo que buscamos con esta alianza estratégica es, desde el conocimiento y el dato, llevarlos al equilibrio y contribuir con ello a un impacto real en la agricultura».
Esta alianza, que acaba de ser anunciada, «está llamada a revolucionar el mercado de las soluciones personalizadas de base biotecnológica para la agricultura natural, que constituyen actualmente un importante avance mundial al mejorar la sostenibilidad real, la productividad y la rentabilidad de los agricultores, con un impacto directo en el medio ambiente». 

Entender la vida microbiológica del suelo

Esta alianza estratégica permitirá entender en profundidad la vida microbiológica de los suelos y decodificarla con la ayuda de la tecnología patentada BeCrop®, desarrollada por Biome Makers, «para aumentar su fertilidad y mejorar la productividad y propiedades nutricionales de las cosechas, así como frenar la pérdida de suelo agrícola cultivable y mejorar la resiliencia al cambio climático gracias al desarrollo de una nueva generación de probióticos específicos con un enfoque multifactorial: cultivo, clima, lugar y tiempo». 
Por otro lado, «ambas empresas se centrarán en el descubrimiento de nuevos patrones de comportamiento y relaciones entre microorganismos para restituir la vida en los suelos agrícolas». En este sentido, «es sabido que existe una serie de microorganismos (denominados Keystone taxa) que rigen el comportamiento de todo el sistema microbiológico de un suelo determinado. Hoy sabemos que la degradación de los suelos puede eliminar estos microorganismos y, como consecuencia, romper todo un ecosistema microbiológico del suelo, provocando su pérdida de productividad acelerando su degradación». 

Por último, esta alianza permitirá incrementar el aprendizaje del área ‘Discovery’ de LINNA, la plataforma de Inteligencia Artificial de MAAVi Innovation Center de Kimitec, gracias a los datos aportados por el sistema de identificación de microorganismos de suelo ‘BeCrop®’ de Biome Makers. Así, las empresas «acelerarán el descubrimiento de nuevos microorganismos de suelo, y nuevos usos para estos, así como de patrones desconocidos hasta el momento, haciendo que ambos sistemas se retroalimenten y se autoajusten a partir de los datos adquiridos». Los primeros beneficiados «serán los grandes productores clientes de Kimitec, con acuerdos MAAVi Lab en curso, con una repercusión directa en la productividad de sus cultivos». 

https://kimitec.com/

https://biomemakers.com/es/inicio

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El nuevo espacio Ricote Valley HUB acaba de ser inaugurado con el objetivo de convertirse en el centro de referencia para la formación, divulgación e innovación sobre el uso de la biotecnología aplicada al sector agroalimentario. La iniciativa, impulsada por Agromarketing España, se encuentra en la localidad de Villanueva del Río Segura (Región de Murcia), e involucra a una veintena de empresas de referencia en la investigación y el desarrollo de productos a base de microorganismos beneficiosos para la protección del suelo agrícola.

El acto de inauguración contó con un centenar de asistentes en un evento que fue presentado por Arturo Soler (socio fundador de Agromarketing) y conducido por el ingeniero agrónomo Pedro Fernández. Además, contó con la participación del director del INFO Murcia, Joaquín Gómez; Carlos Franco, del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI); los investigadores Carlos García y Francisco Tomás-Barberán, presidente del Panel Agroalimentario de la Agencia Estatal de Investigación, así como con Emilio Duró, padre de la psicología positiva en España que impartió una charla de liderazgo y motivación.

Las nuevas instalaciones cuentan con una sala polivalente diseñada para acoger jornadas y eventos de intercambio de conocimiento e incorporarán un Living Lab de 2 hectáreas para la realización de ensayos in situ que permitan observar en campo la actividad de los laboratorios.

Ricote Valley HUB también será una oficina de captación de fondos europeos y la sede permanente de Microbioma (www.microbioma.es), cuya tercera edición de su Congreso Internacional se celebrará en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia el 7 y 8 de junio.

Como expuso en la inauguración el profesor e investigador del CEBAS–CSIC, Carlos García, también presidente de Microbioma Center, Ricote Valley HUB «debe ser un espacio capaz de concentrar talento, primar el intercambio de conocimiento y que nos permita salir de los laboratorios y demostrar que lo que se hace es verdad». García desgranó los desafíos de la agricultura del futuro en la que jugará un papel decisivo el conocimiento sobre lo que ocurre en el suelo y la interacción de los microorganismos. La producción de alimentos, apuntó, debe hacerse acorde con el respeto al medio ambiente, la adaptación al cambio climático y la gestión adecuada de los residuos.

Este proyecto innovador no solo profundizará en el conocimiento de la biotecnología aplicada a la agricultura, sino también en la alimentación. En este sentido, Francisco Tomás-Barberán, explicó el círculo de conexiones que se produce entre el microbioma del suelo, las plantas, los alimentos, los seres humanos y su microbiota, cuyo conocimiento permitirá desarrollar alimentos más saludables. «Este ‘Living Lab’ va a ser una oportunidad para investigar las relaciones del microbioma con los alimentos. La información que tenemos ahora es muy pequeña porque sabemos que se produce un beneficio, pero no sabemos por qué», concluyó.

La jornada también incluyó una mesa redonda en la que se debatió sobre las relaciones entre la agricultura actual y los centros de investigación y las universidades con la participación de Antonio González (director de la Fundación Séneca), Antonio Pascual (doctor ingeniero agrónomo) y José Nolasco (Strategy & Innovation Director, en EBIC). https://ricotevalleyhub.com

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