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Economía circular

Recientemente se ha llevado a cabo la reunión de lanzamiento del proyecto de innovación REBO2VINO, cuyo principal objetivo es desarrollar un análisis del impacto y viabilidad de un sistema de reutilización de botellas de vidrio en el sector vitivinícola español, aplicando los principios de la economía circular.

La iniciativa la desarrollará por un Grupo Operativo de carácter supraautonómico (Madrid, Andalucía y Cataluña) liderado por la Federación Española del Vino (FEV) y con la participación de otras 9 entidades que representan a distintos eslabones de la cadena de valor del vino y del ciclo de vida del producto: Minsait (una compañía de Indra), Verallia Spain, González Byass, Familia Torres, Artica Ingeniería e Innovación (artica+i), la Cátedra UNESCO de Ciclo de Vida y Cambio Climático ESCI–UPF, y, como socios colaboradores, la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), Ecovidrio y Hostelería de España.

La FEV ha indicado que la «complementariedad de los participantes en el proyecto va a permitir analizar de forma objetiva la viabilidad y los principales puntos críticos de implantar un sistema de reutilización de botellas de vidrio en el sector de vino para el canal Horeca en el ámbito nacional y sentar las bases para extrapolar el modelo a nivel europeo».

Los trabajos de desarrollo de este proyecto de innovación prevén la realización de un estudio de mercado y el diseño e implementación de una prueba piloto experimental para conocer el impacto medioambiental, técnico y económico de un posible sistema de reutilización, así como la creación de herramientas digitales para la gestión de la logística inversa y para facilitar la comunicación entre los envasadores, el sector logístico y el canal Horeca.

Además, está previsto llevar a cabo el diseño de una botella reutilizable que «pueda servir como un modelo estándar para favorecer el sistema de reutilización, así como un análisis ambiental completo dicha botella de vino reutilizable aplicando la metodología Análisis de Ciclo de Vida (ACV) y Huella Ambiental del Producto (PEF, por sus siglas en inglés) de la UE».

Todos los datos obtenidos en las distintas fases del proyecto, cuya duración estimada es de 29 meses y finalización en marzo de 2025, «permitirán conocer si la reutilización es una solución eficiente para el sector del vino y en qué casos puede suponer una oportunidad real para reducir el impacto ambiental asociado al envase y reducir la generación de residuos, en línea con los compromisos de economía circular que está marcando la nueva normativa de envases nacional y europea». Además, el proyecto «aportará al conjunto del sector en toda su cadena de valor, herramientas que faciliten su implementación en aquellos casos en los que la reutilización suponga una solución medioambientalmente eficiente y viable desde un punto de vista técnico y económico, que quedarán recogidas en una Guía de Buenas Prácticas».

REBO2VINO cuenta con una ayuda de 563.721,90 euros, financiada íntegramente por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) de la Unión Europea, en el marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014–2022, con fondos procedentes del Instrumento de Recuperación Europeo (EU Next Generation).

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Un equipo de investigación del Instituto de la Grasa (CSIC) ha aplicado bacterias que consumen residuos de fresa para obtener biogás. Esta biomasa procede de la fabricación de productos como mermelada, yogures y saborizantes; para elaborarlos a la fruta se le retira el zumo con coladores industriales y el residuo restante de ese proceso suele terminar en los vertederos.

Para aprovechar este desecho, los expertos emplean una técnica biológica, más barata, rápida y alternativa a la gestión de residuos tradicional. De este modo, también obtienen «otros bioproductos como el ácido acético, que sirve para síntesis de productos químicos como los plásticos, y biofertilizantes para cultivos agrícolas». Así, los investigadores del grupo Bioprocesos Aplicados a la Economía Circular han contribuido «a la economía circular, es decir, al reciclaje de un desecho que normalmente no se recicla para convertirlo en recursos útiles».

En el artículo ‘Enhancing the recovery of volatile fatty acids from strawberry extrudate through anaerobic fermentation at different pH values’ publicado en Environmental Technology & Innovation, los investigadores explican que añadieron este residuo de fresa a tres reactores, que son tanques de cristal con una capacidad de unos 2 litros. En todos ellos, «se mantuvo una temperatura de 35ºC y se introdujo un cultivo mixto de bacterias anaerobias, que son aquellas que consumen materia orgánica y la degradan en ausencia de oxígeno para obtener bioproductos como el metano. Este proceso se denomina digestión anaerobia».

Cada reactor poseía unas condiciones de pH diferentes, esto es, el grado de acidez en una escala de 0 a 14 de una sustancia acuosa, siendo el 0 la más ácida, el 7 neutra y el 14 la más alcalina. Por ejemplo, «normalmente los jugos gástricos humanos poseen un pH entre 1 y 3, mientras que el agua tiene aproximadamente un pH 7 y el amoníaco, de 12».

En el primer reactor, las bacterias anaerobias consumieron el residuo de fresa en condiciones con un pH 5 durante 32 días. De éste, se extrajo hasta un 42% de ácido propiónico de la materia orgánica (el residuo de fresa), una media cucharada de este líquido al día. Éste podría emplearse como herbicida y fragancia de diferentes productos químicos.

En el segundo, con pH 7, las bacterias consumieron el residuo de fresa en menos de 2 días y transformaron el 70% de este en metano. «Esto es, unos 340 mililitros de metano por cada gramo de materia orgánica, el equivalente a media botella pequeña de agua al día. El biocombustible producido puede transformarse en energía que beneficie a empresas del sector agroalimentario», ha indicado el investigador del Instituto de la Grasa, Juan Cubero Cardoso.

Por último, en el tercer reactor, con un pH 9, los microorganismos digirieron el jugo de fresa y produjeron hasta un 50% de ácido acético en 32 días. Este bioproducto se puede emplear para sintetizar bioplásticos mediante otros procesos biológicos.

Los investigadores indican que materia orgánica sobrante de los tres tratamientos podría emplearse como biofertilizante para la industria agroalimentaria. De esta manera, harían un uso integral de la biomasa de fresa. «Con esta investigación, contribuimos para aprovechar al máximo residuos que suelen desecharse y vamos seguimos la línea que marcan los Objetivos de Desarrollo Sostenible», ha declarado Cardoso. Por ello, los investigadores revalorizan un residuo alimentario cuya producción media en Andalucía en 2020 supuso el 97% del total en España, según datos del Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía.

Actualmente, centran su labor en diseñar técnicas químicas y procesos biológicos que faciliten la labor de las bacterias anaerobias. Así, podrían degradar más rápido la materia orgánica de distintos tipos de residuos procedentes de la industria agroalimentaria. Este trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (proyecto PID2020–116698RB).

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